REGLAS DE JUEGO
Juan Bethencourt
Lo acepto. No es fácil de entender cómo realidades tan superficiales generan tanta pasión. Supongo que eso es precisamente parte de lo significa que algo apasione. Que hace vibrar de un modo distinto a lo demás. No se conocen bien las causas, pero igual, se vibra.
Tuve que llegar hasta arriba para poder tomar conciencia de sus dimensiones. Subía, junto a un amigo, por rampas que daban vueltas en círculos. En mi imaginación repasaba las escenas de lo que iba a ver. Lo había visto muchas veces antes, pero por televisión. De lejos vimos la abertura, algo verde pudimos vislumbrar y aceleramos el paso. Traspasamos una puerta y ahí estaba….
Ante nosotros se abría enorme, intimidante e inspirador el interior del Santiago Bernabéu, sede del Real Madrid y uno de los grandes escenarios del fútbol mundial. Ese pedazo de tierra rectangular, sembrado de un césped que se cuida como a un bebé, pintado con líneas blancas que dan sentido a los espacios y rodeado de asientos científicamente ordenados para acoger a ochenta mil personas, es necesario para que los grandes artistas del fútbol, puedan desplegar su talento y creatividad. Para que millones de personas podamos disfrutar del deporte rey.
Esa noche tuve una pesadilla.
Vi a un jugador llegar al estadio que yo había visitado horas antes. El jugador reclamaba, decía que prefería jugar sobre tierra y no sobre el césped. Deseaba que la cancha fuera redonda, en vez de rectangular. Que no tuviera líneas demarcando el terreno. Y, por último, quería que se pudieran utilizar las manos para jugar al fútbol.
—Pero ¿qué dices? —le interrumpió el entrenador.
—Es que es injusto. Ninguna de las reglas, ni las condiciones del terreno las he escogido yo. Así, no puedo desarrollar plenamente mi talento.
Me desperté.
Ese pobre jugador quería construir su carrera deportiva como un monólogo. Una experiencia donde solo él establece las condiciones y las reglas. La realidad, si no ha sido decidida por él, no sirve.
Como los jugadores de fútbol, tú también llegas al mundo para desplegar tu magia en un escenario prestablecido. Hay reglas y límites que no has decidido, pero te condicionan. Por ejemplo, no has escogido a tus padres, ni el país donde naciste, ni la cultura que te afecta, ni el temperamento que condiciona tu personalidad, ni el físico que define tu apariencia, ¡ni siquiera el nombre que tienes! Ante ello, puedes reaccionar como el jugador del sueño: rebelándote ante cualquier condicionamiento ajeno a tu voluntad.
Te propongo una alternativa: huir del monólogo y pensar en tu existencia como un diálogo.
El futbolista del sueño podría ser un gran jugador si cambia de actitud, abandona el monólogo y logra dialogar con la realidad. Descubriría que las reglas y las condiciones del campo no lo limitan, le dan información necesaria para logar desarrollarse: le indican el perímetro de movimiento, hacia dónde hay que ir, dónde está el objetivo, qué se puede esperar de los otros jugadores, etc. Por el contrario, despreciando las reglas y condiciones, lo único que logra es destruir el fútbol.
No cometas el mismo error del atleta. Dialoga con la realidad. Si la vida te ha puesto en unas circunstancias concretas con personas concretas, es por algo. Asume el reto de descubrir el mensaje oculto en la realidad que te tocó vivir. Descubre sus porqués. Ella no decide por ti, pero tiene algo que decirte. No limita tus decisiones, las orienta.
No caigas en la trampa: la mejor versión de ti mismo, no la alcanzas siguiendo solo tus reglas o rebelándote ante todo lo que no siga tus criterios. Eso solo te destruiría, como el jugador, de imponerse su criterio, destruiría el fútbol. Tu mejor versión es fruto de dialogar con la realidad, de descubrir e incorporar sus mensajes a tu vida.
No seas solo tu mismo. Hazte más que eso: enriquece tu existencia con lo que la vida te ha puesto por delante.
Así, podrás vivir tu vida con la misma pasión con que yo vivo el fútbol 😀 .