LUCA Y ALBERTO
Juan Bethencourt
¿Es esta una versión moderna de La Sirenita? – pregunté cuando intuí la trama de Luca, la última película de Pixar.
Me gustan las películas de Pixar y estaba instalado con entusiasmo en mi sofá preferido para ver la película, pero no tenía ganas de ver algo por las líneas de la clásica película de Disney.
Afortunadamente no fue así. Me divertí mucho con la caracterización de cada uno de los personajes. Luca, Alberto, Massimo, Ercole, Giulia… Y ¡los papás de Luca! que buena representación de los papás sobreprotectores.
No veo películas solo. Me aburre. Para mí, ver una película incluye poder compartir impresiones al terminar. De hecho, pienso que es un termómetro que mide su calidad: si después de la peli la gente se levanta y se va, es que fue terrible. Si surge una conversación, tuvo calidad. Si la conversación supera las 24 horas y días después todavía se comenta, es que fue una película excelente. Siguiendo este criterio, Luca fue una película excelente.
¡Una pregunta para pensar¡ -se oyó en la sala de estar al terminar la película-. ¿Qué creen? ¿Luca y Alberto son una pareja gay?
Siempre me ha gustado esta definición de amistad de C.S. Lewis: “describimos a los enamorados mirándose cara a cara, y en cambio a los amigos, uno al lado del otro, mirando hacia adelante, absortos en algún interés común”.
La cita resalta una distinción importante para las relaciones humanas: aquella que existe entre amor de amistad y amor romántico. El uno marcado por la atracción recíproca y el otro por el deseo de lograr un proyecto juntos. Es claro que estas definiciones no son exhaustivas, pero bastan para el propósito de estas líneas: resaltar la existencia de la distinción.
En una sociedad como la actual, hipersexualizada, casi no creemos en relaciones humanas desprovistas de un componente erótico. La consecuencia es que, desde muy temprano en la vida, se sexualizan las relaciones de amistad y nos someten, especialmente a ti, joven que lees esto, a una confusión emocional absolutamente injusta. Te hacen pensar que si tienes una relación cercana con alguien eso es expresión de un amor romántico. Acabas convencido de que no es posible una verdadera amistad. Ya no hay amigos. Solo novios y novias.
Pero no te dejes confundir. La amistad existe y se sostiene por un amor real, pero no erótico. Un amor que los griegos llamaban ágape para distinguirlo del eros (amor romántico), y que nosotros podemos llamar amor de amistad. Fíjate en Luca y Alberto. Ellos nos dan una definición en vivo de lo que significa este tipo de amor.
Son dos jóvenes de catorce años que luchan con su historia familiar y experimentan la necesidad de tomar las riendas de su vida. Encuentran un proyecto común y se lanzan a la aventura de realizarlo. En el proceso atraviesan todas las vicisitudes de las relaciones humanas: peleas, alegrías, distanciamientos, reencuentros, discusiones, acuerdos, etc. En ese proceso, cada uno descubre su vocación existencial y se apoyan mutuamente para realizarla, aunque aquello les cueste la separación física.
Es este un amor de amistad. Un amor real, genuino y generoso. Profundo. Sentido. Pero no sexual, no erótico. ¿Es que acaso no crees que un amor así es posible?
Te aseguro que sí. Y tienes derecho a experimentarlo en paz.
Repito: No te confundas. Si sientes que quieres mucho a un amigo y que te resultaría difícil vivir sin él, no es que te has enamorado, es que has descubierto la belleza del amor de amistad. No le huyas ni lo dañes. Manténgase juntos mirando hacia adelante, no mirándose a sí mismos, y construyan el sueño que llevan dentro.
Y si alguien viene a confundirte y a sexualizar tu amistad dile con convicción: ¡Silenzio Bruno!
PELÍCULAS PARA DESCUBRIR AMOR DE AMISTAD AUTÉNTICO